lunes, 30 de junio de 2008

Paseos por mi niñez ( ='.' =)


Cada noche antes de acostarme acomodaba a todos mis peluches en el rincón de mi cama, los cubría con una mantita para que la fría noche no los afectara y les daba las buenas noches.

En ocasiones recuerdo que tomaba mis peluches favoritos y los recostaba junto a mí. Luego sintiéndome de sobremanera culpable los sacaba de mi cama y los colocaba junto a los demás.
La tarea de cubrirlos era ardua, no debían quedar ni pies ni manos afuera, no era mi intención aumentar las posibilidades de un resfrío.
Y a veces cuando la mantita no bastaba, me levantaba sigilosamente en busca de mis chalecos más lanuditos.
Pero con el paso del tiempo los peluches se volvieron insuficientes; mis muñecos también sentían frío. Fue así como incluí a mi topollillo, mi nenuco y mi pepona.
Procuraba dormir con sumo cuidado, no debía moverme en exceso porque corría el peligro de que se destaparan o en el peor de los casos que cayeran bajo la cama.
Así transcurrieron muchas noches de mi niñez, en una completa inocencia y en una absoluta preocupación por los demás.
Hoy sigo igual, cambie los peluches por amigos y las mantitas por consejos y cariño desmesurado.

4 comentarios:

♦ Tiare Mabel ♦ dijo...

Lejos lo mas tierno que recuerdo haber escrito.
En la foto aparecen mi pepona
(al fondo a la izquierda) y mi topollilo junto a mis piernas.

♦ Tiare Mabel ♦ dijo...

La historia es real, no son inventos ni nada por el estilo...
Es tiare mabel a los 5 o 6 añitos

Anónimo dijo...

Que erí tierna y regalona n.n


Yo algo similar hacía, me acostaba con todos mis peluches xD
pero a la mañana siguiente.... ellos se levantaban 1º que yo, y de hecho, se levantaban todos a jugar al suelo, y me esperaban. Eran más tiernos :)


Un claro ejemplo de la ingenuidad que presentamos los niños. Con los ojos que miramos al mundo. Lo rico es que, tú cuidas a tus amigos asi como lo hacías con tus peluches. Eso si que es revalorable, sigue así ^^

Anónimo dijo...

Qué tiempos aquellos cuando nos bastaba aportar toda nuestra ternura a nuestros peluches con el fin de que la oscuridad de la noche no se hiciera tan larga.
Pero ahora, lejos de la protección o de la ilusión de tenerlos cerca o de mimarlos, la noche es para algunos (me incluyo) una amalgama de incertidumbre, dudas, penas , remordimientos, el eterno miedo a la soledad, la pesadilla que siempre nos acecha y que nos amenaza con hacerse tangible en la vida real.
Ahora, al menos para mí, la noche representa el hecho de quedarme a solas con mi soledad.