lunes, 12 de enero de 2009

Espiritualmente Evolucionada



Un día de diciembre muy próximo a la Navidad acompañé a mi fiel amiga a almorzar, escogimos un lugar conocido, de grato ambiente y con autoservicio.

Mientras mi amiga decidía que servirse, un hombre de unos 55 años se acercó y amablemente me pidió si podía servirle ensalada de habas.
Ustedes se preguntarán ¿y porque no se la servía él? Yo no alcancé a preguntármelo, inmediatamente pude notar el impedimento: el incesante temblor en sus manos (luego supe que era por unos medicamentos que debía tomar regularmente). Sin problema alguno serví abundante ensalada en su plato, y luego, a petición de él, añadí un poco de tomate y porotos fríos, él, evidentemente incómodo me pide que lo disculpe por la molestia, pero que dada su condición de discapacitado no podía valerse por si mismo... y yo... yo le sonreí y dije: “no se preocupe, yo lo entiendo, mi padre perdió su mano derecha en un accidente”.
Luego fui a dejar su bandeja a Caja para que el pagara, la cajera “una mujer de Gran Corazón” observaba con impaciencia y evidente molestia el hecho de que él no pudiera sacar el dinero de su billetera. Cuando al fin logro pagar, se volvió hacia mí y me preguntó si podría aliñar su ensalada, yo accedí y fui a caja a buscar tenedor y cuchara, “la cajera de gran corazón” me mira con sus cejas arqueadas y me pregunta ¿Qué quiere ahora? Seguro ella creía que yo estaba al borde de la histeria ante tal situación, yo solo la miré con desprecio y dije: Y a usted que le importa...Sí, lo sé, fui descortés, maleducada y bla, bla, bla, pero no me pidan educación para semejante clase de persona.
Volví junto al señor, me senté frente a él y aliñé su ensalada hasta que quedo sabrosa, luego volví con mi amiga para acompañarla a almorzar.
Mi rostro tenso y mi mirada dura evidenciaban lo mucho que me afectó el comportamiento de “esa gran cajera”, al hacerle notar a mi amiga lo ocurrido, ella añadió, pero Tiare ella debe estar cansada también...
OK, ella estaba cansada, pero le bastaba con terminar su turno y todo acabaría, pero ¿que pasaba con ese caballero, cuyo temblor jamás cesaba y siempre se encontraba con gente así día tras día?¿quién lo entendería a él?... a la mierda la cajera, mi empatía es enorme pero esta vez mi fibra sensible había sido seriamente tocada: “Pensé en mi papá”.
Pero una duda surgió innata ¿y si mi padre no fuera discapacitado, sería yo una “cajera de gran corazón”? ¿Habría actuado de la forma en que lo hice? ¿No estaría presumiendo mucho de mi misma, y no era más que una maldita hipócrita?
Ahora viene la parte del examen a conciencia...Bueno, no soy más que una simple criatura claramente imperfecta y no poseo más cualidades que el resto de los seres humanos, pero si algo me caracteriza es mi amabilidad y mi empatía. Por lo tanto la respuesta es: Sí, de un modo u otro habría actuado como lo hice.
Pero el fin de todo esto no es analizar la posible existencia de súper virtudes en mí, mi fin es claramente otro.
Se que muchos o la mayoría no actuaría como yo, para mi no fue molesta, desagradable, incomoda o inoportuna la petición de ayuda... y si dijera que incluso la disfruté ¿Cuántos me creerían?
Yo solo me pregunto ¿Por qué es necesario vivir una situación para entenderla? Y si dejáramos que aflorara nuestra comprensión y nuestro altruismo solo... porque sí...
Siento una gran tristeza, tristeza por mí, tristeza por la humanidad.
¿Cómo no vi antes el mundo al que debe enfrentarse mi padre día a día? Soportar esas miradas impacientes, los gestos de incomodidad, la franca indiferencia. ¿Cuántas veces habrá necesitado ayuda y nadie se la brindó?
Que gran hombre es mi padre, él jamás se queja, solo llega cada fin de semana a refugiarse en su hogar, su dulce hogar. Acá todos lo protegemos, lo cuidamos y lo amamos con todo nuestro corazón, ¿pero que pasa cuando él cruza la puerta? ¿Cuando nosotras no estamos para mimarlo?
Escribo con el corazón herido y las lágrimas a flor de piel ¡¡el único hombre al que amo lucha constantemente con esta horrenda humanidad!! ...y no he olvidado que yo también formo parte de ella, pues defectos tengo muchos y no pretendo jactarme de ser mejor, pero al ver que aún me conmueve el dolor ajeno y la crueldad innecesaria siento que soy distinta, y que mi espíritu evolucionó mas allá de lo natural.