martes, 26 de febrero de 2008

Sin daños a Terceros



Justamente ahora
irrumpes en mi vida,
con tu cuerpo exacto y ojos de asesina.
Tarde como siempre,
nos llega la fortuna.
Tu ibas con él,
yo iba con ella,
jugando a ser felices por desesperados,
por no aguardar los sueños,
por miedo a quedar solos.
Pero llegamos tarde,
te vi y me viste,
nos reconocimos enseguida,
pero tarde.
Maldita sea la hora
que encontré lo que soñé,
tarde.
Tanto soñarte y extrañarte sin tenerte,
tanto inventarte,
tanto buscarte por las calles como un loco,
sin encontrarte.
Y ahí va uno de tonto;
por desesperado,
confundiendo amor con compañía.
Y ese miedo idiota de verte viejo y sin pareja,
te hace escoger con la cabeza lo que es del corazón.
Y no tengo nada contra ellos,
la rabia es contra el tiempo
por ponerte junto a mi,
tarde
Ganas de huir;
de no verte ni la sombra,
de pensar que esto fue solo un sueño o una pesadilla,
que nunca apareciste,
que nunca has existido.
Ganas de besarte,
de coincidir contigo.
De acercarme un poco,
y amarrarte en un abrazo,
de mirarte a los ojos
y decirte bienvenida.
Pero llegamos tarde.
Te vi y me viste,
nos reconocimos enseguida,
pero tarde.
Quizás en otras vidas,
quizás en otras muertes.
Que ganas de rozarte,
que ganas de tocarte,
de acercarme a ti y golpearte con un beso,
de fugarnos para siempre,
sin daños a terceros.





Un piano melancólico y una historia que inunda de lagrimas mi pequeño rostro, eso es Sin Daños a Terceros.
Hace ya mucho tiempo admití mi adicción a la música

...Sin la música la vida sería un error, así dijo ese Nietzsche, y tiene razón.

viernes, 22 de febrero de 2008

Martín

Recostada sobre mi cama duermes plácidamente; lucho segundo a segundo contra mis instintos cavernícolas; tu piel bronceada y tu cuerpo pequeño son un imán irresistible para este joven travieso y hormonal.
Mis manos tiemblan e inevitablemente me acerco a ti. Con un dejo de ternura y otro tanto de admiración acaricio tu cabello, tu cuello queda al descubierto y creo que no podré aguantar mucho tiempo más. ¿Y si me abalanzo sobre ti? ¿Y si intento doblegarte a mis impuros deseos? ¿Si lograra hacerte ceder?
Como un desquiciado te observo, y quisiera no respirar, mi agitación es tal que temo despertarte, y quizás en tu mundo de fantasías no me ves como el joven que rescató a la princesa sin carruaje.

¡¡Bendito sea el mundo de las casualidades!! Manejaba a una velocidad alarmante, y en esta noche, en la que me era imposible sacarte de mi mente, apareciste de la nada pidiéndome ayuda. Necesitabas donde pasar la noche... Miré al cielo y guiñé un ojo al que algunos llaman Dios.
Una noche junto a ti... una idea que me enloquecía y excitaba hace mucho y que en la noche de hoy me encantaba hasta decir basta.
No hablaste mucho, cosa rara en ti, supuse que era por lo de obligarte a confiar en un simple conocido, en el simple Martín, en ese que dulcemente llamas Tincho.
No se como llegamos a mi departamento sanos y salvos, mi concentración se reducía a ti, a tus constantes pestañeos y a tu lengua que se paseaba nerviosa por tus labios.
Al bajar del auto tomaste mi mano y con la expresión más tierna que tenías agradeciste mi hospitalidad, para luego besar mi frente y hacerme sentir como un ser pequeño, pero infinitamente feliz...
Y sigo observándote, te mueves para dejar al descubierto los sensuales huesos de tus caderas, esos que tú tanto odias y que yo en más de una oportunidad te señale que me inquietaban excesivamente... tú solo te enfadabas y me señalabas que no era yo el primero en decírtelo, y obvio que no lo era. Tú nunca notas cuanto te admiran, porque no sabes, ni quieres saber, eres feliz con tus melodías alegres y tus locuras de infanta.
Me recuesto junto a ti, y esta vez me acerco sin miedo, tomo tu rostro con mis manos nerviosas, y mis labios rozan los tuyos. ¡¡ Despierta Tiare, despierta!! Concédeme la dicha de un beso, un beso que lentamente culmine en una explosión de lujuria y cuerpos acalorados.
Pero no despiertas, y me quedo así, quieto, ansioso y loco...y con este cúmulo de emociones me vence el sueño.
Al despertar tu ya no estabas...Sobre el mesón una pequeña nota, que decía: Debiste besarme.