viernes, 22 de junio de 2007

En la Disco Disco



Actualmente soy mujer de poco carrete, y lo soy obligatoriamente, jamás por gusto, es que el estudio consume la energía. Pero antes de entrar a la vertiginosa vida de universitaria solía frecuentar estos lugarcillos llamados Discoteque.
Analizar las situaciones generales de estos sitios me produce una rara mezcla de nostalgia invadida de Risa y no poca culpabilidad.
Como no tirar al tapete esos pobres chicos reggeaton, todos enfrascados en sus poleras Puma de brazos descubiertos, que poco bailan, pero a la más mínima oportunidad se acercan peligrosamente a ti, ansiosos de robarte un beso y quizás tocar algo más de lo debido. Y los hombre-bar, un grupo compacto de 3 a 6 chicos que se amontonan alrededor de la barra y jamás bailan, su único objetivo es observar el ganado y embriagarse de aburrimiento y algo de alcohol. Pero hay de todo en la viña del Señor y también están esos hombres guapos, que todos se conocen entre sí, (como una gran manada de belleza), que se hacen acompañar por su novia (por lo que bailar con ellos es imposible), o en su defecto no bailan a menos que sea la reina de las Pelo-Lais, o una ofrecida, que más que linda, es producida (llámese producida a un buen escote en V y una minifalda con botas). Y como no nombrar al poco apreciado flaite, ese que te repite hasta el cansancio ¿oiga mijita, bailemos? y ante nuestra indiferencia palabrillas como ¡¡ bucha que es fome!! o ¿pa que vino pa’ la disco si no quiere bailar? son un gran clásico.
Ocurren tantas situaciones, que sería un crimen dejar de lado la frasesita más popular de cualquier disco: ¡¡ Emmm... voy al baño!! , usada normalmente para alejarse del compañero que , o bien no es muy agraciado ( y aceptaste bailar con el por razones tales como: a tu amiga le gusto el amigo, y sacrificaste noblemente tu dignidad, o es un compañero de curso, o es un primo odioso), o lo suyo no es el baile, o simplemente es un pegote-barsa, más conocido como jote (y muchas carcajadas estallan en mi boca, incontables son las veces en que la frase salió antipáticamente de mis labios para llegar a casos extremos –ante el poco tino de mi pareja- en que recurrí a mi crueldad sin límites, y simplemente me di la media vuelta y salí huyendo hacia el extremo opuesto de la discoteca). ¿Y el curadito que te provoca la pugna de valores de la Noche? ¿Qué pasa con él? El tipo no esta mal, tiene lo suyo y te coquetea descaradamente, pero el tufito a ron o cerveza le resta unos puntos, pero no los suficientes como para mandarlo a volar, y ahí, o bien bailas con él, o simplemente lo ignoras... Mmmmmmmm difícil, (como huelo mi culpabilidad, es que a veces la tentación es grande) todo dependerá de los grados de alcohol etílico que lleve encima, y de la belleza que lo acompañe (siempre se da la endemoniada regla general: mientras mas lindos mas ebrios). Y hay borrachos guapos, pero también los hay graciosos, esos que te hablan de su vida y sus amigos, y tu los escuchas por el puro gusto de verlos luchar y esforzarse por juntar las letras correctas. Y si de borrachos se trata, el rey de reyes es el Jugoso, los hay escandalosos (se quitan la ropa), violentos (pelean hasta con las sillas), llorones (recuerdan a la polola que los patió) y los cariñositos (los que te abrazan muy fuerte para preguntar ¿Somos amigos o no somos amigos?). Pero ante todo esto existe un grupo único, “esas coquetas excepciones”, que claramente no son John Travolta en fiebre de Sábado por la Noche, pero sus esfuerzos son dignos como par diferenciarlo de los demás cavernícolas. Se hacen acompañar por una lata de cerveza y pícaramente te observan hasta que tú, cedes y les pides bailar (siento escandalosamente que la culpa se asoma por mi rostro), o se acercan y te dicen ¿Bailemos? Lástima que este tipo de chicos son la excepción a la regla general, porque resulta obvio que poseen una belleza, un que se yo que les da un no se que, que no están borrachos, a lo más algo happy (lo cual es un verdadero logro), que dicen cualquier tontera con la sola excusa de hablarte al oído y acercarse cada vez más (esto me suena a autobiografía jaja) que te miran a los ojos y cuando no los ves al escote, que son la pequeña utopía de la noche
Yo suelo bailar con esos, pero obvio he caído con el pasadito a ron o cerveza , y una que otra vez he sido engañada por un Chico reggeaton que pretendía hacerme creer que era una Coqueta-Excepción, y los flaites solo se que existen, porque un baile con ellos ¡¡jamás!!.
Y así culmino este escrito, que mas que un análisis, se convirtió en una radiografía de mis aventuras de Discoteque, donde mis amigas son mis fieles mosqueteros ante tanto mino Patético... jajaja