Recostada sobre mi cama duermes plácidamente; lucho segundo a segundo contra mis instintos cavernícolas; tu piel bronceada y tu cuerpo pequeño son un imán irresistible para este joven travieso y hormonal.
Mis manos tiemblan e inevitablemente me acerco a ti. Con un dejo de ternura y otro tanto de admiración acaricio tu cabello, tu cuello queda al descubierto y creo que no podré aguantar mucho tiempo más. ¿Y si me abalanzo sobre ti? ¿Y si intento doblegarte a mis impuros deseos? ¿Si lograra hacerte ceder?
Como un desquiciado te observo, y quisiera no respirar, mi agitación es tal que temo despertarte, y quizás en tu mundo de fantasías no me ves como el joven que rescató a la princesa sin carruaje.
¡¡Bendito sea el mundo de las casualidades!! Manejaba a una velocidad alarmante, y en esta noche, en la que me era imposible sacarte de mi mente, apareciste de la nada pidiéndome ayuda. Necesitabas donde pasar la noche... Miré al cielo y guiñé un ojo al que algunos llaman Dios.
Una noche junto a ti... una idea que me enloquecía y excitaba hace mucho y que en la noche de hoy me encantaba hasta decir basta.
No hablaste mucho, cosa rara en ti, supuse que era por lo de obligarte a confiar en un simple conocido, en el simple Martín, en ese que dulcemente llamas Tincho.
No se como llegamos a mi departamento sanos y salvos, mi concentración se reducía a ti, a tus constantes pestañeos y a tu lengua que se paseaba nerviosa por tus labios.
Al bajar del auto tomaste mi mano y con la expresión más tierna que tenías agradeciste mi hospitalidad, para luego besar mi frente y hacerme sentir como un ser pequeño, pero infinitamente feliz...
Y sigo observándote, te mueves para dejar al descubierto los sensuales huesos de tus caderas, esos que tú tanto odias y que yo en más de una oportunidad te señale que me inquietaban excesivamente... tú solo te enfadabas y me señalabas que no era yo el primero en decírtelo, y obvio que no lo era. Tú nunca notas cuanto te admiran, porque no sabes, ni quieres saber, eres feliz con tus melodías alegres y tus locuras de infanta.
Me recuesto junto a ti, y esta vez me acerco sin miedo, tomo tu rostro con mis manos nerviosas, y mis labios rozan los tuyos. ¡¡ Despierta Tiare, despierta!! Concédeme la dicha de un beso, un beso que lentamente culmine en una explosión de lujuria y cuerpos acalorados.
Pero no despiertas, y me quedo así, quieto, ansioso y loco...y con este cúmulo de emociones me vence el sueño.
Al despertar tu ya no estabas...Sobre el mesón una pequeña nota, que decía: Debiste besarme.
Mis manos tiemblan e inevitablemente me acerco a ti. Con un dejo de ternura y otro tanto de admiración acaricio tu cabello, tu cuello queda al descubierto y creo que no podré aguantar mucho tiempo más. ¿Y si me abalanzo sobre ti? ¿Y si intento doblegarte a mis impuros deseos? ¿Si lograra hacerte ceder?
Como un desquiciado te observo, y quisiera no respirar, mi agitación es tal que temo despertarte, y quizás en tu mundo de fantasías no me ves como el joven que rescató a la princesa sin carruaje.
¡¡Bendito sea el mundo de las casualidades!! Manejaba a una velocidad alarmante, y en esta noche, en la que me era imposible sacarte de mi mente, apareciste de la nada pidiéndome ayuda. Necesitabas donde pasar la noche... Miré al cielo y guiñé un ojo al que algunos llaman Dios.
Una noche junto a ti... una idea que me enloquecía y excitaba hace mucho y que en la noche de hoy me encantaba hasta decir basta.
No hablaste mucho, cosa rara en ti, supuse que era por lo de obligarte a confiar en un simple conocido, en el simple Martín, en ese que dulcemente llamas Tincho.
No se como llegamos a mi departamento sanos y salvos, mi concentración se reducía a ti, a tus constantes pestañeos y a tu lengua que se paseaba nerviosa por tus labios.
Al bajar del auto tomaste mi mano y con la expresión más tierna que tenías agradeciste mi hospitalidad, para luego besar mi frente y hacerme sentir como un ser pequeño, pero infinitamente feliz...
Y sigo observándote, te mueves para dejar al descubierto los sensuales huesos de tus caderas, esos que tú tanto odias y que yo en más de una oportunidad te señale que me inquietaban excesivamente... tú solo te enfadabas y me señalabas que no era yo el primero en decírtelo, y obvio que no lo era. Tú nunca notas cuanto te admiran, porque no sabes, ni quieres saber, eres feliz con tus melodías alegres y tus locuras de infanta.
Me recuesto junto a ti, y esta vez me acerco sin miedo, tomo tu rostro con mis manos nerviosas, y mis labios rozan los tuyos. ¡¡ Despierta Tiare, despierta!! Concédeme la dicha de un beso, un beso que lentamente culmine en una explosión de lujuria y cuerpos acalorados.
Pero no despiertas, y me quedo así, quieto, ansioso y loco...y con este cúmulo de emociones me vence el sueño.
Al despertar tu ya no estabas...Sobre el mesón una pequeña nota, que decía: Debiste besarme.
1 comentario:
¿Voyeurismo letrado? jeje
Cautivante, atrayente, un curioso remate tambien. Es entretenido escribir desde afuera de ti y sobre ti jaja, puedo decir que comparto ese egocentrismo, lo apoyo xD
Además, fue un relato muy dulce, tierno quizas, pero desesperanzado para ser demasiado cotidiano. Pero el hecho de ser asi me hizo pensar en que nos depara el porvenir.
Un beso Tiare, lindo relato
aaa si, disculpa por no contestarte ayer, tuve que salir de urgencia, mas tarde te cuento quizas.
Ulises
Publicar un comentario