Tomé las Píldoras de Cianuro. Las tragué rápidamente. En 3 segundos desperté al lado de una mujer con rostro demacrado y cuerpo enclenque, un calor infernal invadía el ambiente, solo minutos después entendería lo literal de mi frase.
No sabía donde estaba, pero no me sentía ajena al lugar “Mejor caminar” –me dije-. No recuerdo cuanto camine, pero el pozo en medio del camino me hizo detener. Siendo objetiva era lejos el pozo mas raro que he visto, era triangular y un alambre de púas formaba una extraña fortaleza, lo más raro sin embargo no era eso, sino los deseos que tenía de abalanzarme sobre él. No noté cuando tomé algo de distancia y corrí velozmente en dirección a él, mi cerebro creía que cruzarlo sería un juego de niños. Solo se que por dos segundos un dolor inhumano atravesó mis costillas para luego quedar suspendida en el aire, encapsulada en el pozo, no podía caer, ni tampoco salir. En el fondo algo brillaba, pero le fondo se acercaba cada vez más, era agua que subía.
-Voy a morir, por impulsiva voy a morir-me regañé fuertemente.
-Que dices pobre ingenua, estás muerta.
No se de donde salió la voz solo que erizó mi piel e invadió mi cuerpo en una suerte de posesión diabólica. ¿Vendría del agua?
-No estoy muerta-dije decidida- con la esperanza de ahuyentar mi miedo.
-Pues dime querida ¿Qué fue lo último que hiciste antes de llegar aquí?
Dejé de preocuparme por la voz, mas me preocupaba el no poder recordar que hice y la subida inminente del agua.
-¿No lo recuerdas verdad?
Nuevamente la voz, con tono ultratumba.
-¿Tú que sabes? Cállate.
-¿Qué me calle? Hacerme callar es callarte a ti misma, pero no te preocupes de nosotros, preocúpate del agua.
¿Nosotros? Acaso la voz es mía. ¿Doble personalidad? Y el agua; el agua...ya mojaba mis pies y yo aún suspendida en el aire.
-¿Dónde estoy?
-Estás en el pozo.
-Tu sarcasmo no me divierte.
-Tu estupidez me entusiasma.
-¿Dónde está el maldito pozo?
-Justo donde querías.
-No se donde estoy, no se, no se- las lágrimas salían brutalmente, quemaban como ácido.
-Infierno ¿te suena?
-Y tu sarcasmo no para. No estoy en el infierno.
-¿Y porque estás suspendida en el aire? Este es tu infierno, tus miedos que te abruman eternamente. Porque ya no puedes morir, porque ya acabaste contigo. ¿Acaso no entiendes?
-Pero ¿que hice para llegar acá? No, esto no es lógico.
-Ya verás, mientras tanto siente el agua.
-Esto no es lógico: Infierno y Agua
-No me escuchas, más bien dicho, no te escuchas. Ya te dije cual era tu infierno, no esa fantasía 3D que todos tienen de fuego, castigos corporales y eterno dolor.
-Insistes en insinuar que soy parte de ti.
-El agua ¿no la sientes acaso?
Cuando miré hacia abajo no fue necesario bajar mucho vista, el agua estaba en mis hombros.
-Voy a morir, ayúdame.
-Incrédula, ya estás muerta.
-Ayúdame
-No puedo
-No quieres ayudarme. ¿Dónde estás? ¿Por qué mierda te veo?
-Nunca me viste, por algo estás aquí, y el agua ya llegó
-Ayúdame...
El agua sobrepasó mi nariz. 1, 2, 3, 4. Las imágenes aparecieron como ventanitas y se detuvieron frente a mí. Un vaso de agua, dos píldoras, una mujer que las tomaba, una mujer con un rostro igual al mío. Y seguía viva bajo el agua.
-Ahora entiendo- me dije.
“Nunca me Viste”, y tiene razón, nunca la vi, por eso tomé las píldoras, por eso la maté nunca miré fijamente al espejo, no fui capaz de ver a la gran mujer detrás del reflejo. Y este era mi infierno, me ahogaba eternamente, y me quedaba sola hablando conmigo misma, mis dos mayores temores: la soledad y no ser escuchada. Mi infierno era ese, no fuego ni látigos, solo eso...Volví a llorar, no sentí las lágrimas, todo era agua a mi alrededor.
El agua empezó a descender y yo a caer hasta el final del pozo, el golpe era lo que venía.
Cuando desperté mi espalda estaba empapada en sudor, prendí la luz del velador, un vaso de agua y dos píldoras estaban encima. Las miré despectivamente. El reloj marcaba la 3:03...Mi mente se aceleró unos cuantos kilómetros...3 y 3, 33, la edad de Cristo. Sueño Divino o Pesadilla Nocturna.