Respuesta =)

Soy una “Existencia” (como halagadoramente me llama “alguno” ) de risa fácil; que no duda en esbozar una sonrisa, o estallar en carcajadas ante el más pobre asomo de humor. Mi exigencia es mínima, por no decir inexistente ¿para que exigir tanto, si con la simpleza se disfruta más? He comprobado que mientras más simples se vean las cosas, más aumentan las opciones de ser feliz; con disfrutar la compañía de un amigo, tomar un helado, caminar tranquilamente mientras las hojas caen a tus pies (melosa que soy) o escuchar esa canción que tanto te gusta mientras viajas de regreso a casa, cosas tan básicas que si aprendiéramos a disfrutarlas los músculos de nuestra cara se relajarían mucho más a menudo. Y se me puede acusar de mediocre o conformista, pero no es eso lo que propongo, sino que decidamos complicarnos menos y sonreír más, este es mi Modus Vivendi.
Y muchos ponen en duda, o cuestionan mi “Exceso de Felicidad”, que me falta eso que tanto evito a menos que sea estrictamente necesario: Seriedad. Unos creen que es un vil método de simpatizar, y otros solo lo ven como un disfraz para mi tristeza. No soy enemiga del comentario ni la buena crítica, pero lo uno y lo otro en este caso sobra. Esto porque el comentario generalmente proviene de desconocidos, y la crítica de los envidiosos. Y aunque suene arbitraria mi postura, agrego, en un tono más que nada esclarecedor, que en asuntos concernientes a mi “especial” forma de ser, solo tienen voz y voto mis incondicionales, mis camaradas, aquellos que orgullosamente denomino Amigos.
Lo que ocurre es que realizo una notoria delimitación entre el amigo y el conocido buena onda, el primero te llama para saber como estás de tu resfrío, el segundo te llama para salir a carretear (nunca supo que estabas resfriada). No es que estos últimos sean malas personas, o no sean dignos de tu confianza, es que, lo que ellos saben de mí, es lo único que saben (frase célebre de domino de “alguno” que me llama Existencia)... o sea lo externo.
Sin embargo después de todo lo dicho reconozco que muchas veces me escudo en mi Modus Vivendi, para olvidar mis problemas (la eterna felicidad es una utopía) y que este mismo Modus Vivendi, produce una inevitable simpatía, pero esto soy, nada más simple que esto, y vosotros que dudáis o cuestionáis mi “Derroche Inhumano de Alegría” los invito a cambiar de medicina, boten de una buena vez el Amargonyl y cámbiense valientemente al Armonyl.